Según el artículo de M. López publicado en ABC (A partir de la #ESHRE2018) el 03/07/2018 y divulgado en #OKILAB
Los tratamientos de reproducción asistida no causan cáncer
Ni la estimulación hormonal ovárica provoca cáncer de ovarios ni la ICSI se asocia a un mayor riesgo de cáncer de cáncer de próstata. La causa está en la infertilidad
Desde el nacimiento, ya en 1978, de Louise Brown, la primera ‘niña probeta’ de la Historia, el número de personas nacidas por técnicas de reproducción asistida supera los 8 millones. Unas técnicas, por tanto, que resultan muy útiles a la hora de ayudar a las parejas con problemas de fertilidad a concebir un bebé. Pero unas técnicas, asimismo, que no se encuentran exentas de una cierta ‘preocupación’ dada su presunta falta de ‘seguridad’. Por ejemplo, algunos estudios han alertado que la necesaria estimulación hormonal de los ovarios en la fertilización in vitro (FIV) aumenta el riesgo de cáncer de ovario. Y en la misma línea, algunos trabajos han sugerido que la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) incrementa en gran medida la probabilidad de padecer cáncer de próstata. Pero, ¿esto es realmente así? Es decir, ¿la estimulación hormonal ovárica en la FIV y la ICSI conllevan un mayor riesgo de cáncer? Pues según los resultados de sendos estudios, no.
Como explica Anja Pinborg, del Hospital Universitario de Copenhague(Dinamarca) y directora de la primera de estas dos investigaciones presentadas en el marco de la XXXIV Reunión Anual de la Sociedad Europea de Embriología y Reproducción Humana (ESHRE) que se está celebrando en Barcelona, «en nuestro estudio hemos observado que el mayor riesgo de cáncer de ovario en las mujeres que se someten a un tratamiento de reproducción asistida tiene lugar únicamente en aquellas diagnosticadas de infertilidad. Sin embargo, la estimulación ovárica no parece incrementar el riesgo de este tipo de cáncer en la población general».
Ni cáncer de ovarios
En el primero de los estudios, los autores analizaron los historiales clínicos de todas las mujeres sometidas a un tratamiento de reproducción asistida en Dinamarca entre los años 1994 y 2015 –el total de mujeres ascendió a 58.472– y compararon su evolución con las de 549.210 mujeres que, de la misma edad y escogidas al azar, no se sometieron a ningún procedimiento de FIV.
Los resultados mostraron un riesgo de cáncer de ovario ligeramente mayor entre las mujeres sometidas a un tratamiento de reproducción asistida –0,11% frente a 0,06%–. Sin embargo, y una vez se centraron en los casos de las mujeres sometidas a tratamiento tras ser diagnosticadas de infertilidad y en el de las mujeres nulíparas, las tasas de cáncer de ovario fueron prácticamente similares. Es más; en el grupo de mujeres sometidas a tratamiento reproductivo, la tasa de cáncer de ovario se redujo en los casos en los que el origen de la infertilidad era masculino o ‘inexplicable’. Por tanto, y a la luz de los resultados, puede concluirse que la infertilidad, pero no la estimulación hormonal de los ovarios, se asocia a un mayor riesgo de cáncer de ovario.
En este contexto, debe tenerse en cuenta que la preocupación por un posible mayor riesgo de cáncer asociado a los tratamientos de reproducción asistida se basa en la observación de que el incremento en la actividad de los ovarios –como ocurre en la menopausia tardía– aumenta la probabilidad de aparición este tipo de tumor. De hecho, no hay ningún estudio que muestre ningún mecanismo biológico que relacione el uso de fármacos para la fertilidad con un incremento del riesgo de cáncer de ovario. Y de acuerdo con las nuevas evidencias, parece que no es así.
Sea como fuere, parece que la infertilidad, o la ‘subfertilidad’, sí aumenta el riesgo de padecer un cáncer de ovario. Entonces, las mujeres con problemas de fertilidad, ¿deberían evitar los tratamientos de reproducción asistida? Pues no. Como concluye Anja Pinborg, «mi consejo para las mujeres infértiles que planean someterse a este tratamiento es que sigan adelante. La estimulación ovárica no supone por sí misma un incremento en el riesgo de desarrollar este tipo de tumor».
Ni cáncer de próstata
El segundo de los estudios, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Lund (Suecia), tuvo por objetivo evaluar si la ICSI se asocia a un mayor riesgo de cáncer de próstata de ‘inicio temprano’ –o lo que es lo mismo, antes de cumplir los 50 años–, por lo general considerado como el más agresivo de todos los tumores de próstata. Y para ello, los autores analizaron los historiales médicos de cerca de 1,2 millones de varones suecos sometidos a una ICSI entre los años 1994 y 2014, 3.211 de los cuales acabaron padeciendo la enfermedad.
Los resultados mostraron que los varones que se sometieron a la ICSI tuvieron un riesgo hasta un 47% de mayor de padecer cáncer de próstata que la población general. Un incremento del riesgo que se explicó sobre todo por la probabilidad, hasta tres veces superior, de desarrollo de cáncer de próstata de inicio temprano. Sin embargo, el riesgo de cáncer de próstata tardío no se vio afectado por el procedimiento reproductivo. Y es que no hay ninguna razón por la que la técnica pueda aumentar la probabilidad de desarrollo de un tumor en la próstata.
Como concluye Yahia Al-Jebari, director de la investigación, «el aumento en el riesgo de cáncer de próstata no está causado de ninguna manera por el ICSI per se, que ya sabemos que no tiene ningún impacto biológico en el varón. Una posible explicación para los resultados es que los varones en los que la producción de semen se encuentra gravemente dañada y en los que, por tanto, la ICSI es la única opción para la paternidad, tienen un mayor riesgo de desarrollo de este tumor que los varones fértiles. Por tanto, es posible que muchos de estos varones ya tuvieran un tumor latente en el momento de someterse a la ICSI».